lunes, 24 de marzo de 2008

TRASTORNOS PRESIDENCIALES

El manual de Enfermedades Mentales a escala mundial (DSM IV) clasifica entre el Grupo B, a los Trastornos de Personalidad que se manifiestan por síntomas dramáticos emocionales, como los Trastornos de la Personalidad Histriónica, consistente en emocionalidad excesiva y búsqueda de atención o el Trastorno de Personalidad Antisocial, caracterizado por el desprecio y violación de los derechos ajenos.

En el Trastorno Narcisista las personas se caracterizan por presentar un desmedido sentido de la importancia personal y estar convencidos de poseer características superiores. Están continuamente preocupados por fantasías de éxito, poder, brillantez, belleza o amor imaginario ilimitado, junto a una permanente necesidad de admiración y atención. Presentan una autoestima sobredimensionada, suelen ser muy sensibles a la crítica y se les dificulta tolerar frustraciones. Para estar a su lado, es necesario adularlos o serán rechazados de su círculo. El narcisismo suele llevar a la megalomanía y al desarrollo de estados que colocan al individuo que lo sufre fuera de la realidad.

La Mitomanía
Las personas mesiánicas tienden a mentir por cuanto necesitan crear su entorno irreal el cual les permita “salvar” al mundo que los rodea y terminan asociándose con la mitomanía. Los mitómanos son mentirosos patológicos. Van de mentira en mentira, elaborando relatos y explicaciones que llegan a creerse ellos mismos. Son incapaces de reconocer el concepto de la mentira como irreal. Solo tienen una verdad absoluta: la propia. Se sienten por encima del bien y del mal. Embaucan a las personas que viven en su entorno, quienes acaban siendo al tiempo cómplices y víctimas de sus engaños. Aunque parezca lo contrario, por el histrionismo que los caracteriza, los mesiánicos son emocionalmente fríos, calculadores, manipuladores y evitan intimar con los otros. Cuando la comunicación por medio de la mentira, el histrionismo, la paranoia, el narcisismo y los delirios llegan a formar parte de los hábitos personales, se puede provocar una escisión de la personalidad que conduciría a un grado de psicosis en la que se confundiría la fantasía con la realidad.
Muchos locos han gobernado en el Mundo. La vida de Calígula, asesinado en el año 41 de nuestra era, se encuentra marcada por la violencia, la extraña muerte de su padre, el asesinato de su madre, de sus tíos y de su hermana. En sus últimos días se autoendiosó y llegó a nombrar Cónsul a su caballo Incitatus. Iván el Terrible, disfrutaba los asesinatos en masa y en uno de sus momentos de ira, golpeo a su esposa embarazada hasta matarla. Jorge III de Inglaterra, hablaba sin sentido y murió totalmente demente. En los casos de Juana la Loca, hija de los reyes Católicos y de Carlos II, El Hechizado, sus apodos lo dicen todo. Más reciente, tenemos a Hitler, con graves desordenes de personalidad, delirios y alucinaciones, el caso de Idi Amín Dadá, genocida ugandés que llegó a comerse a sus enemigos y Stalin y Castro, megalómanos y paranoicos que condenaron, fusilaron o asesinaron hasta a sus mas leales camaradas.
En Venezuela, a lo largo de la historia hemos tenido unos cuantos presidentes que pudieran haber sido declarados insanos mentales y puestos en resguardo psiquiátrico. ¿Conoce a algunos de ellos?...

Vladimir Gessen.

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