jueves, 24 de julio de 2008

EL SOLDADO FANFARRON

El prestigio ganado por Uribe, dados los éxitos contra el terrorismo y el rescate de Ingrid Betancourt y de otros rehenes, ha opacado el liderazgo de pantalla y “guerrerista” de Hugo Chávez.

El reciente encuentro de Lula y de Alan García con Uribe y los acuerdos suscritos entre Brasil, Perú y Colombia, le han mostrado al presidente venezolano el contundente guante blanco de la diplomacia estratégica y sin aspavientos.
Lula emerge como el líder aglutinador suramericano y Chávez aumenta su declive. Mientras que Colombia suma aliados como Chile, México, Perú y Brasil, Venezuela solamente tiene a su lado a quienes mantiene, Bolivia, Ecuador y Nicaragua. No mencionamos a Cuba, porque hasta Raúl le ha marcado distancia a Chávez y enviado señales de acercamiento a Brasil y EE.UU.
La diplomacia petrolera, de amenazas, de dádivas, suma apoyos ocasionales pero en lugar de generar alianzas estratégicas, de compromisos y de amistad, siembra resentimientos, antipatías y resquemores. Además, cuando una nación se arma “hasta los dientes” ninguno de sus vecinos puede estar tranquilo. Por ello, el acuerdo militar entre Brasil y Colombia a pesar de las diferencias doctrinarias de sus presidentes.
Todo comenzó cuando Chávez se topó con el fallecido sociólogo Norberto Ceresole y con el megalómano déspota Fidel Castro. Ceresole parece haber convencido al presidente venezolano que la fórmula “mágica” para perpetuar un liderazgo eran un “trípode” conformado por un líder, un pueblo seguidor del mismo y sus fuerzas armadas. Como lo hicieron Mussolini, Hitler y, por supuesto, el dictador del Caribe. Castro le debe haber insuflado el “socialismo” y Chávez le aportó lo del “siglo XXI” para relanzar al comunismo del siglo XX.
El problema es que estos liderazgos no se fundamentan en los principios que se esgrimen. Baste decir que el socialismo tiene como razón de ser a los trabajadores y su vanguardia son los obreros precisamente, junto a la avanzada social como los estudiantes y los intelectuales, además de los trabajadores del campo. En el caso de Chávez, la mayoría de los estudiantes, los intelectuales y los trabajadores no están con el gobierno. Tampoco, el denominado “chavismo”, se asienta en las organizaciones sociales y culturales, sino, al igual que antaño, en el “clientelismo” de quienes reciben alguna dádiva del gobierno.
Los “líderes ceresolianos” requieren de la propaganda como en el fascismo, el nazismo o el estalinismo y en el culto de la personalidad. Hoy en día la propaganda del siglo XXI se llama “el pantallerismo”. Se necesita la pantalla de la televisión y la exposición masiva en los medios de comunicación. El pueblo debe “querer”, “admirar” y “seguir” a su líder porque “ve” y “percibe” sus pretendidos éxitos, aciertos y su valentía y arrojo. Así, se crean aparentes o hipotéticos enemigos y se les “combate”. En el caso de Hitler, Mussolini y Fidel por lo menos los enemigos fueron reales y las vanguardias de trabajadores, campesinos, intelectuales y estudiantes, también. Hasta las fuerzas armadas fueron de verdad. Por esto, cuando en el escenario Latinoamericano Lula, Alan García, Bachelet, Calderón o Uribe se crecen, los pantalleros se disminuyen y salen corriendo a crear otro escenario, sea el europeo, el ruso o el español porque se precisa un lugar donde, alguien que se precie y haga alarde de lo que no es, pueda fanfarronear y lograr de esta forma más pantalla.
Vladimir Gessen.

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jueves, 17 de julio de 2008

EL “ACUERDO” CHAVEZ-URIBE

No puede ser que la relación entre Colombia y Venezuela se reduzca a que sus presidentes se reúnan en secreto y decidan la suerte de más de 70 millones de habitantes, sin que sepamos qué negociaron subrepticiamente.

Las relaciones entre los países son entre dos colectividades que poseen y mantienen instituciones, comercio, cultura, producción de bienes y servicios, organizaciones sociales, políticas, fuerzas armadas, sindicatos, universidades, medios de comunicación, iglesias y millones de ciudadanos.
No se trata del rey de Inglaterra y el de Francia decidiendo sobre el destino de sus reinos. Hugo Chávez y Alvaro Uribe son dos presidentes que le deben explicaciones a sus electores. No informar, al menos a sus respectivos Parlamentos, es en sí un acto antidemocrático. En la reunión secreta de marras, no se firmó ningún compromiso, como se hace en cualquier transacción civil, comercial o legal. Mucho más en las relaciones diplomáticas, políticas o comerciales de los países.
Después de una reunión de Jefes de Estado lo que debemos esperar es un seguimiento a lo convenido. Pero qué subscribieron los presidentes, ¿No volver a mandar batallones a la frontera? ¿Compartir el Golfo de Venezuela? ¿Ayudarse mutuamente para reelegirse? ¿No volverse a poner bravos? ¿Llamarse por teléfono antes de vilipendiarse? ¿No darle apoyo a las FARC?
Uribe ha demostrado los riesgos que asume en el combate a las FARC. Independientemente que seamos antagónicos a las guerrillas colombianas y el narcotráfico, y lo hemos combatido por décadas desde nuestras tribunas, no estamos seguros sí el presidente Uribe es capaz o no de ir a una guerra con el vecino para alcanzar sus objetivos. Por su parte, en un arranque emotivo, “porque estaba dolido”, Chávez ordenó desplegar batallones a la frontera, comprobando igualmente su capacidad de arriesgar hasta la conflagración fraticida. En ambos casos, los demás ciudadanos, colombianos y venezolanos, debemos pararles el trote a los caballos desbocados. Estamos muy preocupados, sobre todo porque recién terminada la reunión de los dos presidentes, el ministro de defensa de Colombia Juan Manuel Santos provocó la ira de Chávez, al desconfiar de su palabra dada a Uribe. Luego, Hugo Chávez exigió al ejecutivo colombiano “poner en su lugar” a Santos, al mismo tiempo que –coincidencialmente- los que parecen ser “ministros” de Chávez, Daniel Ortega y Rafael Correa, en acto público en Ecuador, actuaron como Santos, agrediendo verbalmente a Uribe.
El gobierno colombiano emitió un comunicado ordenando a sus ministros “prudencia en sus declaraciones” para salvaguardar las relaciones con Venezuela. Chávez entonces, de igual forma ordenó prudencia a sus “ministros” en la reunión con Correa y Ortega en Ecuador y este par de incondicionales chavistas se enfocaron en los temas del medio ambiente, los hidrocarburos y la integración Latinoamericana. Ni una sola palabra contra Uribe. ¿Así se manejan las relaciones que pueden terminar en una guerra?Diferente hubiera sido, al termino de la reunión Chávez-Uribe, firmar un documento de compromiso institucional entre las dos Repúblicas que incluyera la no penetración de Fuerzas Armadas Colombianas en territorio venezolano ni el apoyo de la Fuerza Armada Venezolana a las FARC, y que los dos presidentes se vieran obligados a cumplir. Más no fue así, lo que negociaron Uribe y Chávez, sea lo que sea, se lo llevará el viento.
Vladimir Gessen.


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jueves, 10 de julio de 2008

LA TELEVISION DE LA MAYORIA

La revista “Comunicación” del Centro Gumilla número 141, publica un estudio de finales de 2007, acerca de las informaciones de prensa en las principales emisoras de televisión.


La metodología fue proporcionada por el investigador sueco Kent Asp y realizada por el Grupo de Monitoreo de Medios, dirigido por el periodista Stein Ove de Noruega y Tomas Anderson, experto noruego en comunicaciones de la Universidad de Gotemburgo en Suecia, en cooperación con el profesor Andrés Cañizales de la Universidad Católica Andrés Bello. Los canales de TV medidos fueron Televen, Globovision, RCTV Internacional, Venevisión, Canal 1, VTV y TVES.
Se analizaron 1641 noticias. El canal que dio más informaciones fue Venevisión con 411 y el que menos lo hizo fue TVES con 71. Partiendo de que la audiencia debía tener al menos dos puntos de vista sobre el referéndum constitucional para formarse un criterio propio, investigaron cuáles medios lo hacían así. Sus conclusiones fueron: “Varios canales no lo hacen… Tanto los estatales VTV y TVES como los privados RCTV y Globovisión presentaron noticieros muy desequilibrados.
Para los investigadores, Venevisión, Televen y Canal I dieron la impresión de ser más equilibrados presentando voceros del gobierno y de la oposición. El canal con mayor desequilibrio fue RCTV con solamente el 7 % de las 369 informaciones analizadas pasando las dos posiciones, y el 93 % mostrando sólo la opinión de la oposición. Venevisión, dice el estudio, “mantiene un buen equilibrio en su cobertura con representantes del gobierno en el 38 % de los casos y de la oposición en el 46 %.
Venezolana de Televisión (VTV) fue bastante desbalanceada transmitiendo una sola versión, la del gobierno, en un 83 % y solamente el 3 % para la oposición. Venevisión, Televen y Canal I, figuran con mayor equilibrio pero con una tendencia a favorecer, en los reportajes, a la oposición.
En Venezuela, las encuestas más acreditadas llevan tiempo señalando que los denominados “ni-ni” han crecido hasta estabilizarse en alrededor del 40 % de los venezolanos. Son ciudadanos que no están de acuerdo con las posiciones radicales del gobierno ni de la oposición. Quizás por ello los programas más intolerantes, aunque cuentan con partidarios fanatizados como televidentes, no llegan más allá de estos. Es decir, mantienen alguna audiencia pero con un techo muy limitado.
A una buena parte de la población le gusta formarse su propio criterio y cuando escucha versiones parcializadas se inclina a rechazarlas.El presidente Hugo Chávez ha intentado una hegemonía de los medios de comunicación y en particular la televisión. Ha cerrado canales de televisión mientras abre los del gobierno. Ha invertido enormes recursos para tratar de mejorar las programaciones y en campañas para que se vean los programas de la TV estatal y… ¡Nada! La audiencia promedio de estos canales oficiales no llega al 10 %. Su sintonía la conforman básicamente los propios militantes oficialistas. Entretanto, los canales comerciales abiertos acaparan el 92 % de los televidentes. En promedio, de enero a junio de 2008, Venevisión logra el 63 % de la audiencia, Televen el 23 %, Globovisión el 7 % y TVES el 3 %. En estos canales, la mayoría de los ciudadanos se informan, se enteran, se entretienen, aprenden, se divierten, se expresan y se identifican… y sobre todo, hacen un paréntesis a la hostilidad y la inseguridad que hoy se sufre.
Vladimir Gessen.
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EL SINDROME DE INGRID

El Síndrome de Estocolmo es un estado psicológico en el cual los rehenes desarrollan una relación de cooperación con sus secuestradores, estableciéndose vínculos amistosos o afectivos. Incluso, ayudando a los criminales a alcanzar sus objetivos.

La víctima intenta identificarse con el bandolero, de mostrarle simpatía o ser de su agrado como un mecanismo de defensa para salvaguardar su vida. Se llama síndrome de Estocolmo, porque durante el siglo pasado en agosto de 1973, se produjo un robo en un banco donde se tomaron rehenes que duró seis días. Al entregarse los secuestradores, las víctimas defendían y hasta besaban a los delincuentes y se negaron a colaborar en el juicio posterior como testigos. Síndrome de Estocolmo fue como el psicólogo criminólogo Nils Bejerot llamó a la “extraña” conducta de afecto de algunos rehenes hacia sus propios captores.
Un año más tarde, el término se popularizó ante el caso del secuestro por parte de un grupo subversivo denominado Ejército Simbionés de Liberación, de la joven Patricia Hearst, heredera de un imperio económico y comunicacional. Patricia, no sólo guardo afecto por sus secuestradores sino que se unió a ellos y dos años más tarde fue capturada y encarcelada junto a sus raptores.
El síndrome de Estocolmo también se usa cuando hablamos del comportamiento que tienen algunas personas de “amar” a quien le lastima, como es el caso de las mujeres y los niños maltratados o los prisioneros, las víctimas de incestos o de abuso sexual por parte de familiares y en miembros de sectas cuyos jefes someten a sus seguidores.
En todas estas relaciones se establecen sentimientos afectivos de la víctima hacia el abusador y conductas de rechazo y agresión en contra de los seres queridos que tratan de rescatarle. Se llega a aceptar de tal forma la situación de victima, y de amor al sometedor que la autoestima desaparece, se desintegran los valores, las actitudes y las creencias.
Ingrid Betancourt duró ¡seis años! secuestrada. Sometida a la violencia, torturada física y mentalmente… y como otros que han sido víctimas de abusos, maltratos, acciones criminales y acciones de guerra, no renunció a sus derechos y a la integridad de su personalidad. Se resistió y a pesar del riesgo mantuvo la calma y el control emocional. Fue prudente, persuasiva. No perdió su autoestima, más bien la fortaleció y se hizo respetar por los secuestradores. Ingrid personifica a todas estas personas. Ella representa esta forma de ser ante tales circunstancias. Se trata del “Síndrome de Ingrid”, el síndrome de la dignidad humana.
Vladimir y María Mercedes de Gessen.

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jueves, 3 de julio de 2008

CHAVEZ, INGRID Y EL CHE

El rescate de Ingrid Betancourt es un hito que señala el fin de las FARC. Se realizó sin violencia y sus resultados son un llamado a la paz. Las expresiones de esta noble mujer han sido de reencuentro de todos los colombianos y un mensaje de concordia a todos los ciudadanos del mundo.

La muerte del “Che” el 9 de octubre de 1967 asimismo significó un hito importante. Marcó el inicio del fin de la subversión guerrillera que comenzó en los años sesenta. Con la muerte de Guevara expiró la teoría del “foco guerrillero” que defendía junto izquierdista francés Regis Debray. El cuerpo del “Che” fue el símbolo del entierro de un método de lucha, el icono de que esa forma de intentar tomar el poder por medio de la violencia y el terrorismo, al menos en América Latina, sería derrotada.
En Colombia, las guerrillas de las FARC sobrevivieron aun distanciándose del apoyo de Cuba, donde hasta Fidel Castro entendió que era tiempo del repliegue guerrillero. Subsistieron porque desarrollaron una industria criminal como medio para conseguir recursos que con el tiempo se convirtió en un fin en sí mismo. El “sabotaje” palabra utilizada por el “Che” para disimular los actos terroristas se transformó en secuestro, en extorsión y a la postre en una simbiosis con el narcotráfico. La guerrilla transmutó a una banda de forajidos que practica el asesinato, el robo, el chantaje, la violación de menores, la trata de blancas y el tráfico de drogas. Así, se ganaron el desprecio de los colombianos y del mundo. Poco a poco, los graves errores, su política de alianzas con el crimen organizado y las desviaciones ideológicas, filosóficas y de vida de sus comandantes, les fue quitando el apoyo y las simpatías que tenían. La arremetida de las fuerzas armadas colombianas y el acoso militar tienen a esta banda de forajidos muy cerca de la desintegración final.
A diferencia del “Che”, Ingrid tiene la vida por delante. Su figura en el tiempo crecerá ante todos. Podrá llegar a la presidencia de su país o se transformará en un símbolo de alguna causa mundial por la paz o escribirá o buscará su felicidad familiar. Pero, sea el caso, estamos seguros que para Ingrid este episodio no es el final del libro sino el inicio de una nueva vida que sin duda hará historia, por su aplomo, por su generosidad, su grandeza, su humanidad.
El “Che” siempre le cantó a la violencia, llegó a decir “la muerte, bienvenida sea”. Hoy, Ingrid les dice a todos que ella le da la bienvenida a la vida, a la libertad, a la democracia, a las elecciones, al afecto, a la armonía, a la avenencia, a la amistad, a la conciliación. Da su mano y pide las manos de todos para trabajar por la paz.
Hugo Chávez debe meditar lo que está ocurriendo. Su “nariz” política tiene que estarle diciendo lo errado que ha estado su comportamiento y sus “tácticas”. Buscar popularidad es un medio y no puede convertirse en un fin en sí mismo o en estrategia.
Ya sus seguidores descocados han comenzado a nadar contra la historia tratando de descalificar a Ingrid Betancourt. Si Chávez sigue este camino: ¡Craso error!
Chávez ha dicho que abandona los “dos, tres Vietnam” que pregonara el “Che”, pidió a las FARC que entregue los rehenes, se va a reunir con Uribe, que el “proceso” o la revolución deben ser logrados con votos y no con fusiles. Solamente esperemos que en lugar de una “táctica” sea realmente un cambio estratégico. Si no, también será el final de Chávez.
Vladimir Gessen.

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