jueves, 15 de noviembre de 2007

EL DESENLACE SERA CASTRENSE

Solamente una decisión del Tribunal Supremo de Justicia difiriendo la reforma constitucional puede evitar el choque de trenes que se avecina.

Los militares detentan el poder en Venezuela. El poder político, el económico y el social están en segundo plano. Los dos grandes dirigentes militares son Hugo Chávez y Raúl Isaías Baduel. El presidente es el jefe de la Fuerza Armada Nacional. Baduel, su líder natural. Mientras Chávez después del golpe estaba preso, Baduel, quien no quiso alzarse, a pesar de ser uno de los juramentados, por diferencias con Chávez en cuanto a lo oportuno de la acción; y para entonces teniente coronel, siguió las conspiraciones adentro de los cuarteles. Sin los otros cuatro comandantes, lideraba el movimiento MBR200 dentro de las filas castrenses. Para negociar con el presidente Caldera el sobreseimiento de Chávez, la amenaza de golpe por parte de los comandantes sublevados el 4 de febrero de 1992 jugó un papel determinante. Baduel personificaría el liderazgo del probable golpe si no hubieran soltado a los comandantes presos. Ya para esa fecha el liderazgo de Baduel descollaba entre los uniformados. Luego Chávez se fue a la lucha política y social, entre tanto Baduel proseguía su carrera y estudios militares y encabezaba la sedición militar. Cuando Hugo Chávez gana las elecciones presidenciales, Baduel garantiza militarmente el ascenso al gobierno. Inmediatamente, Baduel aprendería los intríngulis del poder como secretario del presidente. De allí se fue a comandar la poderosa brigada de paracaidistas y mantuvo el liderazgo de quienes, a su vez, comandaban las brigadas de cazadores, selva y blindados. Este líder enigmático y estratega militar es quien comanda el regreso de Chávez después de los sucesos del 11 de abril de 2002. Es esa ocasión, se muestra su liderazgo marcial cuando Chávez tiene que ir a Maracay para entrevistarse con el general y no al revés como correspondía, el alto oficial acudir al palacio de gobierno a informar al comandante en jefe.
Desde ese instante, Chávez le teme a Baduel porque demostró quien tenía el verdadero poder de fuego, comando del ejército y de las otras fuerzas. El presidente atrasó cuanto pudo el ascenso a general en jefe, a comandante del ejército y a ministro de la defensa, pero no pudo pararlo. Es obvio que luego de tener y evidenciar quien mandaba en las filas uniformadas en 2002, este liderazgo tiene necesariamente que haberse expandido hasta el 2007 habiendo sido, además de líder, primero jefe del ejército y luego cabeza de las fuerzas armadas como ministro. Han pasado sólo 4 meses, toda la estructura militar “baduelista” está intacta. Por ello, Chávez pierde los estribos y se precipita en llamarlo “traidor” y ordenar a sus seguidores pedir “paredón” para el general.
Al poder político cuando gobernaba no lo pudieron tumbar los militares. Se derrumbó por si mismo cuando se fragmentaron y perdieron el apoyo popular. Con un poder militar dividido se corre el mismo riesgo. Por eso la mesura del general en Jefe. Quiere un acuerdo con Chávez fundamentado en aquel papel que firmaron en Maracay en abril de 2002 en donde se garantizaba el proyecto original del MBR200 y no el actual proyecto neocomunista. Si no hay acuerdo, los militares saldrían del poder. Lo saben todos los uniformados, a menos que se cuadren mayoritariamente con el jefe Chávez o el líder Baduel y sus respectivos proyectos. La decisión y las armas están en sus manos… por ahora.
Vladimir Gessen

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