Militarmente toda estrategia involucra una contienda con un adversario y de esta manera piensa por formación el presidente Hugo Chávez. Asimismo, toda estrategia implica escenarios de confrontación y el momento oportuno para aplicarla.
Una estrategia se puede derrumbar por no ejecutarse en el escenario correcto o en el tiempo oportuno.
Chávez comenzó su estrategia de instaurar el socialismo del siglo XXI durante la campaña presidencial de 2006. En la oferta electoral asoció el concepto “socialismo” a su imagen y promesa electoral. Por ello, después del triunfo en los comicios anunció el cambio constitucional, y en su primer discurso como presidente electo ante la Asamblea Nacional, esbozó las líneas maestras de lo que sería la reforma.
El presidente y su sala situacional estaban conscientes que la oposición se había reestructurado y alcanzado nuevamente un 40 por ciento durante la campaña electoral en torno a la candidatura de Manuel Rosales.
Por esta razón, Chávez explotó la victoria y atacó, en su momento más fuerte y con gran sentido de la oportunidad, al factor opositor más peligroso para el gobierno, al multiplicador de mensajes anti-gobierno: RCTV. Este canal televisivo había sido el gran aglutinador de la oposición. También tomó ventaja de su triunfo sacando del gobierno a personalidades, al menos incómodas, que frenaran su estrategia, entre ellas a José Vicente Rangel y Raúl Isaías Baduel.
En el ínterin y superada la primera parte de su plan, Chávez realiza tres movimientos tácticos relevantes. Uno, pide la habilitación presidencial para legislar por decreto. Dos, cierra a su partido MVR con la excusa de fundar un partido único de gobierno y tres, presenta la reforma de 33 artículos de la Constitución nacional.
Este año, sin partido oficial la reforma no ha podido discutirse en el seno del oficialismo. Así, de un plumazo eliminó la resistencia interna a la reelección vitalicia del presidente. Si el partido MVR permaneciera abierto la opinión pública hubiera preguntado a sus dirigentes las distintas opiniones sobre la materia.
Chávez pide que la reforma de la constitución la apruebe la Asamblea, pero no sin antes advertirles que “no quiere cambios” ni siquiera con la excusa de “técnicas legislativas”. Presenta 33 artículos de los cuales 32 tienen como objetivo minimizar el impacto del que queda. La idea es que todos discutan sobre tantos temas que se olvide el primordial: La reelección vitalicia que consagra todo el poder para Chávez prácticamente mientras viva: Una especie de autocracia en “democracia”, pues.
Este es el escenario de la confrontación perfecto para Chávez: Que se discuta si la propiedad privada existirá o no, se delibere si es el socialismo cubano o el de España, se cuestione acerca de si las fuerzas armadas venezolanas serán cinco componentes o tres… pero que no se de relevancia a la reelección porque puede comprometer su triunfo en el referéndum.
En nuestra opinión realmente la reforma no representa el mayor problema. Allí no se establece el comunismo para Venezuela como sí el absolutismo. Nuestra preocupación apunta en que inmediatamente después de obtener un éxito en referéndum (si lo logra), Chávez, otra vez en su momento más fuerte, anunciará las leyes habilitantes donde sí se producirán los cambios que hasta ahora se preparan en secreto. Mientras tanto Venezuela se entretiene en una de las estratagemas más astutas del señor Comandante en Jefe: La reforma Constitucional.
Vladimir Gessen.
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