Extremista es una expresión que indica a la persona que está dispuesta a todo con el fin de obtener sus objetivos.
Al extremismo se le define como la “tendencia a adoptar ideas extremas o exageradas, especialmente en política” (RAE). En política el extremista asume una posición radical en cualquiera de los polos. Existen extremistas de izquierda y de derecha, del gobierno y de la oposición, de una u otra religión.
El extremismo se asocia con fanatismo, intransigencia, sectarismo, intolerancia y obcecación. Los extremistas de una facción u otra tienen comportamientos comunes como el rechazo a las formas democráticas, el culto a un líder y/o a las creencias que se tengan como verdades absolutas. Los dos sectores se identifican con hacer uso de la violencia verbal o física “si fuese necesario”, con el objeto de imponer su credo.
Ambos bandos atacan al centro. Para ellos, solamente existe el blanco o el negro, un extremo o el otro. Incitan a toda la sociedad donde se baten, a tomar partido. Sí algún imparcial o “ni-ni” rechaza los extremos, pide respeto a las ideas, hace un llamado al diálogo o a buscar puntos de encuentro, entonces los extremistas en pugna, los acusarán cada cual por su lado, de parcializarse por el otro grupo o de hacerle el juego al “enemigo”.
Los extremistas propugnan el odio social contra los adversarios que generalmente son el resto de las personas que no piensan igual. Se basan en la clasificación de la gente. De esta forma, se crean enemigos ficticios quienes pasan a convertirse en reales por la diferenciación. Se culpa a alguien por pertenecer al grupo “mal visto” o “denunciado” y se promueve la mentalidad de “nosotros” contra “ellos”. No es más que una artera manipulación política de la conducta efectuada por las camarillas autocráticas que lideran cada parcialidad. Tratan así de someter con su poder y sus dogmas. Ellos dividen a la sociedad en traidores versus patriotas y en buenos y malos.
El problema es que el odio social que generan ha producido, durante toda la historia de la humanidad, violencia o la segregación en contra del grupo odiado. Ha derivado en guerras mundiales o locales (Alemania, Kosovo, Croacia, los Balcanes, Camboya), guerras civiles (España, EE.UU.), golpes de estado (Chile) o revoluciones atroces que pudieron evitar lo cruento. (URSS, Cuba). Nos queda citar a China quien transitó el extremismo destructor hasta que decidió cambiarlo por una mayor comprensión y aceptación hacia el mundo integrador que vivimos.
En Venezuela han surgido nuevas formas organizativas de factores que difieren tanto del gobierno como de la oposición. Es el caso de los estudiantes, tanto de un sector como del otro. La característica fundamental de ellos es ubicarse en un centro y asumir un espacio de seriedad, respeto mutuo y libertad de expresión que se convierta en sitio de aproximación y confluencia de los extremos en pugna de la sociedad. Los estudiantes están estimulando y permitiendo la discusión de ideas, propuestas y las manifestaciones pacíficas de las dos posiciones. Esperemos que tanto unos como otros sigan coincidiendo en fomentar el amor y la cohesión social, inspirados en la tolerancia, la concordia y no se dejen manipular por los fundamentalistas de los bandos. Pueden lograr instaurar una nueva perspectiva de amor y unidad que desbloquee la vía para salir de la confrontación con visos de la conflagración que nos pueda llevar a lo impensable, la guerra civil.
Vladimir Gessen. (vladimirgessen@gmail.com)
El extremismo se asocia con fanatismo, intransigencia, sectarismo, intolerancia y obcecación. Los extremistas de una facción u otra tienen comportamientos comunes como el rechazo a las formas democráticas, el culto a un líder y/o a las creencias que se tengan como verdades absolutas. Los dos sectores se identifican con hacer uso de la violencia verbal o física “si fuese necesario”, con el objeto de imponer su credo.
Ambos bandos atacan al centro. Para ellos, solamente existe el blanco o el negro, un extremo o el otro. Incitan a toda la sociedad donde se baten, a tomar partido. Sí algún imparcial o “ni-ni” rechaza los extremos, pide respeto a las ideas, hace un llamado al diálogo o a buscar puntos de encuentro, entonces los extremistas en pugna, los acusarán cada cual por su lado, de parcializarse por el otro grupo o de hacerle el juego al “enemigo”.
Los extremistas propugnan el odio social contra los adversarios que generalmente son el resto de las personas que no piensan igual. Se basan en la clasificación de la gente. De esta forma, se crean enemigos ficticios quienes pasan a convertirse en reales por la diferenciación. Se culpa a alguien por pertenecer al grupo “mal visto” o “denunciado” y se promueve la mentalidad de “nosotros” contra “ellos”. No es más que una artera manipulación política de la conducta efectuada por las camarillas autocráticas que lideran cada parcialidad. Tratan así de someter con su poder y sus dogmas. Ellos dividen a la sociedad en traidores versus patriotas y en buenos y malos.
El problema es que el odio social que generan ha producido, durante toda la historia de la humanidad, violencia o la segregación en contra del grupo odiado. Ha derivado en guerras mundiales o locales (Alemania, Kosovo, Croacia, los Balcanes, Camboya), guerras civiles (España, EE.UU.), golpes de estado (Chile) o revoluciones atroces que pudieron evitar lo cruento. (URSS, Cuba). Nos queda citar a China quien transitó el extremismo destructor hasta que decidió cambiarlo por una mayor comprensión y aceptación hacia el mundo integrador que vivimos.
En Venezuela han surgido nuevas formas organizativas de factores que difieren tanto del gobierno como de la oposición. Es el caso de los estudiantes, tanto de un sector como del otro. La característica fundamental de ellos es ubicarse en un centro y asumir un espacio de seriedad, respeto mutuo y libertad de expresión que se convierta en sitio de aproximación y confluencia de los extremos en pugna de la sociedad. Los estudiantes están estimulando y permitiendo la discusión de ideas, propuestas y las manifestaciones pacíficas de las dos posiciones. Esperemos que tanto unos como otros sigan coincidiendo en fomentar el amor y la cohesión social, inspirados en la tolerancia, la concordia y no se dejen manipular por los fundamentalistas de los bandos. Pueden lograr instaurar una nueva perspectiva de amor y unidad que desbloquee la vía para salir de la confrontación con visos de la conflagración que nos pueda llevar a lo impensable, la guerra civil.
Vladimir Gessen. (vladimirgessen@gmail.com)