martes, 15 de enero de 2008

PRESIDENTE CHAVEZ, GOBIERNE USTED

Señor Presidente, si de verdad desea lograr la paz en Colombia y en otras partes del mundo, por favor deje el poder y dedíquese a esta noble labor. Haga como Al Gore, concéntrese en ello. Puede ganarse el premio Nóbel de la paz y todo el mundo se lo agradecerá, hasta los venezolanos.



Un Jefe de Estado tiene que gobernar, cosa que Usted, presidente Chávez, no está haciendo. En la Constitución se establece que el Presidente debe dirigir la acción del gobierno y administrar la hacienda pública. Por su parte, el Vicepresidente debe colaborar siguiendo instrucciones del Presidente y suplir su ausencia permanente o temporal.
Cuando anunció el 6 de enero de 2008, el cambio, más bien el enroque de gabinete, le encomendó al nombrado Vicepresidente que se hiciera cargo del gobierno. Usted le dijo a Ramón Carrizalez textualmente: “se va a encargar exclusivamente de las tareas del gobierno y su eficiencia… 100 por ciento, bueno con un látigo digo yo, fustigando y con la palabra y el ejemplo, detrás de que se cumplan los planes, los programas, el contacto con los gobernadores, en contacto con los poderes locales y haciendo un seguimiento permanente a esto”.
Señor Presidente, le pidió al Vicepresidente que hiciera lo que Usted debe hacer: ¡Gobernar!... La interrogante que atónitos nos hicimos entonces fue: ¿Y Usted que va a hacer, Presidente?
Más tarde, el 12 de enero, como si Usted fuera el jefe de la oposición en Venezuela, se preguntó: “¿Por qué desapareció la leche? ¿Por qué no se ha podido en nueve años cambiar la terrible situación de las cárceles? ¿Por qué la inseguridad sigue siendo un problema tan grave en las calles, los pueblos y los barrios? ¿Por qué sigue tan fuerte el contrabando? ¿Cuál es la razón de la impunidad? ¿Por qué las mafias siguen incrustadas en las estructuras de los servicios? ¿Por qué las gestiones ante las instituciones públicas siguen siendo una pesadilla? ¿Por qué nos cuesta tanto producir bienes de uso diario? ¿Por qué seguimos consumiendo tantos alimentos procedentes de otros países? ¿Por qué la corrupción no la hemos podido frenar?”... Quiere la respuesta, es sencilla: Porque Usted no se ha dedicado a gobernar sino a llevar adelante su proyecto antiimperialista continental, o quizás mundial, aunque no lo ha empezado por casa. Ha financiado alimentación, viviendas, proyectos de salud, producción de bienes y servicios y hasta campañas electorales, al decir de algunos, pero no en nuestro país. Ha querido gobernar a Latinoamérica y no a Venezuela. Ni siquiera ahora, en tiempos de revisionismos y rectificaciones Usted asume el gobierno sino que lo delega al Vice.
Señor Presidente, por si fuera poco, nunca buscó a los mejores en su área. Nadie podía brillar o robarle cámaras al guía único. Esto lo haría a Usted sustituible. Surgirían otros líderes del “proceso”. Prefiere un consejo de ministros a sus órdenes. Me imagino su gabinete, donde Usted instruye, habla y manda. Los ministros que le decían “eso no se puede hacer, presidente” o le proponían acciones que eran contrarias a sus ideales anti-imperiales, poco a poco los fue desechando, desde aquel ministro de defensa que autorizó la ayuda de los Estados Unidos cuando la tragedia de Vargas, hasta José Vicente Rangel, pasando por Luis Miquilena, Diosdado Cabello, Aristóbulo Istúriz y Raúl Isaías Baduel.
Señor Presidente, quiere resolver los problemas… ¡Gobierne!... y con ministros sobresalientes. Así de simple.
Vladimir Gessen

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