La estrategia de Chávez es mantenerse en el poder y maneja dos tácticas básicas: Una, la vía electoral y otra, suspender “legalmente” la democracia en Venezuela.
Hugo Chávez siempre manejó estos dos escenarios. Cuando su estrategia era tomar el poder, lo intentó primero con una asonada militar. Luego, tomó el camino de las elecciones y logró su objetivo. En el actual escenario electoral, el presidente hace lo mismo. Intentará ganar por votos. Sin embargo, Chávez está consciente que puede perder importantes gobernaciones y alcaldías, lo cual sería un impedimento a una improcedente enmienda constitucional reeleccionista, único escenario que lo perpetúe en el mando, evitando probables múltiples enjuiciamientos.
Chávez comprende que es clave para mantenerse en el poder la apariencia democrática y su legalidad. Por ello, podría escoger una opción autoritaria y despótica pero viable:
Si Chávez asumiera poder total, podría dictar todas las medidas de orden social, militar, económico, político o ecológico que estime conveniente, podrá delegar su ejecución, total o parcial, en comandantes de guarnición o cualquier otra autoridad que el Ejecutivo designe.
Podrá obligar que toda persona natural o jurídica, de carácter público o privado, coopere con las autoridades para la protección de personas, bienes y lugares, pudiendo imponerles servicios extraordinarios. La resistencia a cooperar sería sancionada. Podrá limitar o racionar el uso de servicios o el consumo de artículos de primera necesidad, tomar las medidas necesarias para asegurar el abastecimiento de los mercados y el funcionamiento de los servicios y de los centros de producción. Podrá hacer erogaciones aunque no estén incluidas en la Ley de Presupuesto y cualquier otra medida que se considere necesaria. Podrá suspender temporalmente las leyes vigentes, con medidas dictadas por decreto. Podrá ordenar la movilización de cualquier componente o de toda la Fuerza Armada y podrá requisar los bienes e inmuebles de propiedad particular. O sea, toda una legislación al servicio de un dictador.
Esta opción “autogolpista” sería decretar un estado de excepción y hacer uso de los artículos 337, 338 y 339 de la Constitución Nacional y de la Ley Orgánica de Estados de Excepción, los cuales contemplan “estado de alarma”, “estado de emergencia económica”, “estado de conmoción interior” y “estado de conmoción exterior”. Todo lo que se requiere es que el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial “interpreten” que existe un estado de de conflicto interno, circunstancias extraordinarias que afecten gravemente la vida económica y que ponga en peligro la seguridad de la Nación, de sus ciudadanos e instituciones.
Esta alternativa explicaría por qué la campaña del presidente se centra en hablar de golpe contra el gobierno, de la investigación de un magnicidio, de la expulsión del embajador de EEUU, de enviar tropas a Bolivia, de los ataques a los medios de comunicación, de la auto asignación del rango militar de comandante en jefe, de meter presos a militares retirados, a líderes opositores, de conspiraciones, de guerras, de crisis económicas, sociales, políticas y militares.Por último, recordamos que en un estado arbitrario, la suspensión de las garantías en un estado de excepción puede convertirse, en la norma, y ser ilimitado en el tiempo, siempre que la Asamblea Nacional y el Tribunal Supremo de Justicia, estén de acuerdo.
Vladimir Gessen.
jueves, 25 de septiembre de 2008
UN “AUTOGOLPE” POSIBLE
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