martes, 18 de diciembre de 2007

LA TREGUA DE NAVIDAD

Que difícil es buscar la paz cuando desde lo más alto de la pirámide social todo el tiempo se habla de guerra, de conflagración, de enemigos, de magnicidios, de revanchas, de “me la deben” y de consignas que terminan en la “muerte”.


La tregua no es otra cosa que la cesación de hostilidades por un tiempo determinado. Claro que la deseamos por siempre, pero al menos comencemos por un par de semanas. Es un intermedio, un descanso a la confrontación política que tiene ya más de una década.
La Navidad es tiempo de paz no de refriega. Lo negativo, lo que destruye no perdura en el tiempo ni en el pensamiento de la gente. Por el contrario, la historia le asigna a lo positivo, a lo que construye, el puesto predominante. Fue el nacimiento de Jesús lo que celebra la humanidad, por todo lo que significó el cambio del paradigma del odio a los demás y a lo diferente, a favor del amor al prójimo sin discriminaciones. Los seres humanos no veneramos, honramos y ni siquiera recordamos a Herodes como no sea para horrorizarnos ante el genocidio infantil.
Siempre traemos a la memoria lo que la historia nos cuenta sobre la famosa “Tregua de Navidad”, durante la Primera Guerra Mundial.
Ocurrió en diciembre de 1914 donde los distintos bandos de enemigos y en pleno combate empezaron a cantar “Noche de paz”. Los soldados sin importar estandartes sacaron sus banderas blancas, símbolo del alto al fuego, y decidieron no combatir durante la Nochebuena. Hablaron como amigos, intercambiaron comidas, bebidas y recuerdos de sus seres queridos. Todos eran hombres de sentimiento, con familias, similares problemas, alegrías y tristezas. Conjuntamente oraron por amigos y “enemigos”.
Si ellos lo hicieron, todos debemos compenetrarnos con el mismo sentimiento y hacerlo entre nosotros.
La tregua se aplicó por encima de los dictámenes de las autoridades francesas, alemanas e inglesas, las cuales habían ordenado ofensivas y asaltos la noche de Navidad. Pero, los soldados, básicamente gente del pueblo, impusieron la paz a sus propias autoridades.
Esta situación, sí la llevamos a nuestra vida personal nos permitirá aliviarnos de nuestras angustias, encontrarnos con aquellos con quien de alguna manera hemos tenido divergencias, tratando de no hablar sobre lo que nos desune y buscando las coincidencias. Todos debemos llevar un poco de paz y armonía a nuestros hogares durante este período para luego poder estudiar las cosas con más calma, sin frustraciones o emociones desmedidas y desde distintos ángulos, permitiéndonos nuevos análisis mas completos. Asimismo, nos abre campo a la tolerancia, al mutuo entendimiento, a la unión espiritual con nuestros familiares, amigos y conocidos así como para tender puentes de comunicación con quienes piensan diferentes a nosotros. Es una oportunidad valiosísima que no debemos perder.
En esta época queremos invitarlos al reencuentro y a compartir con unos y otros la fuerza del Espíritu de la Navidad que nos vitaliza con sentimientos de amor y alegría.
Al señor presidente Hugo Chávez como máxima autoridad civil y militar del país, le pedimos que vuelva al camino de sus raíces colmadas de ilusiones e ideales y que contribuya a minimizar el sectarismo y la exaltación… y a usted, querido lector y a todos, les deseamos que se cumplan sus anhelos, que vivamos en paz y armonía, que pasen una muy ¡Feliz Navidad! y tengan un ¡Próspero Año 2008! y, sobre todo, una dichosa ¡Tregua navideña!
Vladimir Gessen

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